Escribe el obispo de San Cristóbal de las Casas que los mayas jamás pronosticaron que este 21 de diciembre terminaría todo o que el Sol ya no brillará, como tampoco que habrá terremotos y otras calamidades
Es una interpretación errónea decir que los mayas predijeron el fin del mundo, aseguró Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de San Cristóbal de las Casas, quien llamó a no dejarse atemorizar “por ignorantes y predicadores proselitistas, aunque siempre hay que
estar preparados para cuando sea nuestro encuentro definitivo con Dios”.
Nadie lo sabe cuándo será el fin del mundo, escribió el prelado en su ensayo “Calendario Maya y Navidad”, difundido por la
Conferencia del Episcopado Mexicano.
“Jesús nos dijo con toda claridad que eso sólo Dios Padre lo sabe (cf Mt 24,36)”, indició en relación con las versiones del fin de la Tierra. “Aunque algunos protestantes anunciaban el fin del mundo al llegar el año 2000, atemorizando con el interés de que los ignorantes se afiliaran a su religión, nada extraordinario aconteció”, recordó.
Indicó que en este momento las personas están temerosas porque se ha difundido falsa información. Sostuvo que los mayas jamás dijeron que este 21 de diciembre se acabará el mundo, que el Sol no brillará y habrá terremotos y otras calamidades.
Apuntó que se trata de una interpretación errónea, toda vez que el calendario maya es muy preciso, porque se basa en la cuidadosa observación que hacían del movimiento de los astros.
Reconoció que aún en la actualidad asombra su precisión científica para medir el tiempo; “pero no intentaban predecir el futuro”, subrayó, luego de indicar que jamás predijeron catástrofes, y menos el fin del mundo.
Los mayas midieron los años de la Humanidad por periodos de 400 años; a cada uno lo llamaron baktún; al terminar uno se cierra un ciclo, que es lo que ocurrirá este fin de semana.
Apuntó que algo parecido pasa con los siglos o los milenos del calendario gregoriano.
“Sin embargo, es muy interesante relacionar la contabilidad de los mayas con la Navidad, porque su calendario se basa sobre todo en la
observación del movimiento del Sol”, dijo el obispo Felipe Arizmendi.
Esta cultura prehispánica, dijo, “festejaban que el Sol nuevamente venciera a la noche, a la oscuridad. Y honraban al
emperador, que se consideraba hijo del Sol. Los cristianos, a partir de los siglos IV y V, cambiaron el sentido de esas fiestas paganas en
honor del Sol, y empezaron a celebrar la Navidad, precisamente el 25 de diciembre, cumbre de las fiestas paganas, considerando que el
verdadero Sol que vence la oscuridad del pecado y de la muerte, es Jesucristo”.
Finalmente, Arizmendi Esquivel señala que “lo importante de estas fechas es vivir en armonía y concordia en la
familia y en la comunidad, gozando de la paz que Jesucristo nos trae. No nos dejemos atemorizar por ignorantes y por predicadores
proselitistas, aunque siempre hay que estar preparados para cuando sea nuestro encuentro definitivo con El, que es nuestro Sol y nuestra
vida”.