Salen del derrumbe por sí mismas

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Martha, Hilda y Carla no esperaron a que las rescataran luego del temblor del 19 de septiembre.

Carla, de 26 años, emprendió la excavación para salvar a su madre, Hilda, y a su abuela, Martha, gracias a lo que aprendió cuando estuvo en Cadena, un grupo donde le enseñaron a sobrevivir a la intemperie similar a los Boy Scouts.

Desde que comenzó el temblor, la joven reaccionó de forma audaz.

Las tres a penas iban a desayudar, eran las 13:15 horas cuando el temblor comenzó.

Martha, quien se encontraba dentro del baño cuando vino el primer movimiento, intentó salir, pero su nieta la aventó de regreso al igual que a su mamá.

“Mi hija grito ‘¡los muros, los muros’! y nos metió al baño”,

“Volteé y vi cómo se reventaron los vidrios y se cae la parte de la sala, luego el comedor, la cocina, en cuestión de segundos”, narró Hilda.

Se tomaron de las manos y cayeron del cuarto piso de un edificio de 7 niveles y quedaron atrapadas entre los escombros junto a su perro Render. Hilda quería esperar a que las rescataran, pero Karla se negó y comenzó a abrirse paso entre las piedras.

Primero logró hacer un hoyo para que su abuela y ella salieran, después, hizo otro para su madre. Poco a poco avanzaron hacia el Verificentro que se encontraba detrás del edificio.

Cuando al fin pudieron ver la luz, supieron que estaban a salvo, sin embargo salieron a respirar el aire contaminado por el gas de una enorme fuga, la cual había ahuyentado a las únicas personas que podían bajarlas de las montañas de piedra: los trabajadores del Verificentro.

“Comenzaron a gritar ‘¡Va a explorar!’ y se fueron todos y nosotras ‘¡No se vayan, por favor ayúdennos!’ y alguien dijo ‘No, hay que taparla y tráiganse una escalera'”, para Hilda, que recuerda el fuerte ruido de la fuga, todo pasó demasiado rápido.

Primero bajó Martha, luego Carla con Render, su perro, y por último Hilda. Ninguna entendía por completo lo que había sucedido. Dentro de los escombros, ellas creían que la Ciudad entera se había colapsado, como en 1985.

“Lo primero que pensé fue ‘Aquí nos vamos a morir”.

“Nosotras creíamos que ese era un mega edificio súper fuerte y que nunca le iba a pasar nada. Si el temblor tiró este edificio ¿qué más pasaría en los demás edificios?”, pensó Hilda.

Los 18 años que Martha vivió ahí se desvanecieron en 9 segundos.

“Yo amaba Escocia 4, me encantaba vivir ahí”, concluyó.

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