LA TRAYECTORIA DEL ARBOL DE LA VIDA

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Rev. William Soto Santiago

Apocalipsis, capítulo 2, donde nos dice (verso 7):

“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios.”

Siendo que aquí el Espíritu Santo ofrece al Vencedor darle a comer del Árbol de la Vida, toda persona quiere comer del Árbol de la Vida para vivir eternamente.

Y ahora, veamos la trayectoria de este Árbol de la Vida del cual nos habla aquí en el Apocalipsis, capítulo 2, verso 7, y también en dos lugares más del Apocalipsis. Por ejemplo, nos habla en el capítulo 22, verso 2, donde dice… verso 1 al 2, dice:

“Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero.

En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones.”

Y luego en el mismo capítulo 22, verso 14, dice:

Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad.”

Tres veces aquí en el Libro del Apocalipsis nos habla del Árbol de la Vida, y cuando leemos estas Escrituras, pues todos queremos comer del Árbol de la Vida. También nos habla en el libro del Génesis, nos habla del Árbol de la Vida en el capítulo 2, verso 8 al 10, donde dice… verso 7 en adelante, dice:

“Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.

Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado.

Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal.

Y salía de Edén un río para regar el huerto, y de allí se repartía en cuatro brazos.”

*Y ahora, ¿cuál es el misterio de este Árbol de la Vida? Siendo que el que come del fruto de ese Árbol de la Vida vive eternamente, nos conviene saber, conocer, cuál es ese Árbol de la Vida para comer de él.

*Y vamos a leer el Salmo uno para que tengamos el cuadro lo más claro posible:

“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos

Ni estuvo en camino de pecadores, Ni en silla de escarnecedores se ha sentado; Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, Que da su fruto en su tiempo, Y su hoja no cae; Y todo lo que hace, prosperará.”

Ahí tenemos representado en un árbol al Justo.

Y ahora, siendo que árboles aquí representa personas, este Justo es Cristo y por consiguiente Su Iglesia también, y cada miembro de Su Iglesia. Vean ustedes, Cristo lleno del Espíritu Santo tiene esa Fuente o corriente de Agua de Vida; por eso le ofreció a la mujer Samaritana Agua de Vida eterna, Agua que salta para Vida eterna, y esa Agua estaba ¿dónde? En El, porque en Él estaba el Espíritu Santo que es el Agua que salta para Vida eterna.

También eso está en San Juan, capítulo 4, verso 1 al 14, y en San Juan, capítulo 7, versos 37 al 39, nos habla nuevamente de esa Agua de la Vida, y dice de la siguiente manera nuestro amado Señor Jesucristo en el último y gran día de la Fiesta de los tabernáculos, dice:

“En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba

El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.

Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.”

Pero Él ya está ofreciendo del Agua de la Vida eterna, está ofreciendo el Espíritu Santo para todos aquellos que creerían en El como dice la Escritura, para todos aquellos que creerían en la predicación del Evangelio y recibirían a Cristo como el Mesías y Salvador de nuestras almas.

Y ahora, creyendo en Jesucristo al escuchar la predicación del Evangelio, y siendo echados en la Sangre de Cristo nuestros pecados, confesando nuestros pecados sobre el Sacrificio de Cristo, esa es la base de nuestra confesión: nuestra fe en Cristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario. Por lo tanto, nosotros pedimos perdón a Dios por nuestros por nuestros pecados trayendo y viniendo con el Sacrificio por el pecado, que es el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, para ser reconciliados con Dios. San Pablo dice: “Reconciliaos.

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