Protestas en Brasil admite riesgos para la visita del papa Francisco

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El secretario general de la Presidencia brasileña admitió que las manifestaciones que sacuden a su país pueden comprometer la visita del papa Francisco

22/06/2013 05:29 AFP, EFE, DPA AP y José Carreño Figueras /Fotos: AP

SAO PAULO, 22 de junio.— En medio de las protestas contra el gobierno de Dilma Rousseff, que toman fuerza en más de 80 ciudades brasileñas, la Presidencia admitió riesgos para la visita del papa Francisco, el próximo mes.

El secretario general de la Presidencia brasileña, Gilberto Carvalho, afirmó ayer que las manifestaciones que sacuden a Brasil desde la semana pasada pueden comprometer la visita que realizará el Pontífice para participar en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ).

Al tiempo que Carvalho hacía esas declaraciones, se reportó la muerte de una mujer que sufrió un paro cardiaco tras la explosión de una bomba en una protesta en Belén, norte de Brasil, siendo la segunda muerte durante las masivas manifestaciones en el país, informó ayer la alcaldía de esa entidad.

La mujer era una barrendera de 54 años, con hipertensión, que trabajaba junto a una cuadrilla de limpieza cuando avanzaba un grupo de manifestantes y explotó una bomba que la hizo correr y le causó la muerte, precisó el diario Folha. El jueves un joven fue atropellado en Sao Paulo, también durante la jornada de protestas.

La mujer fue socorrida por servicios de salud, pero no resistió.

“No sabemos si la bomba la lanzó la policía o los manifestantes, ni qué tipo de bomba era. Se está investigando”, señaló una responsable de la alcaldía.

El secretario de Saneamiento de Belén, Luiz Otávio Mota, dijo a medios brasileños que los trabajadores de limpieza nunca fueron obligados a permanecer en el lugar, por lo que el incidente “fue una gran fatalidad”.

Las protestas, que han convocado a más de un millón de personas durante dos semanas, denuncian los gastos para el Mundial de Futbol 2014 que acogerá Brasil dentro de un año, criticar la corrupción y pedir mejores servicios públicos.

Las movilizaciones estallaron tras un aumento del costo del transporte público, una medida ya revocada en ciudades como Sao Paulo, Río de Janeiro, Porto Alegre y Recife, entre otras.

Folha reportó que las manifestaciones dejaron además otras tres personas heridas, una de las cuales se encuentra en estado grave.

Ayer salieron a las calles de Sau Paulo y Río de Janeiro miles de manifestantes que gritaron consignas como: “Estatización del transporte público”, “Fuera Globo” (en oposición a la podorosa red televisiva) y “Educación pública de calidad”.

Rousseff lanza advertencia

A raíz de las masivas protestas la presidenta Dilma Rousseff advirtió ayer que aunque tolerará las manifestaciones pacíficas “no permitiré más la violencia”.

Mediante un mensaje transmitido por cadena nacional, Rousseff afirmó que que está dispuesta a recibir a los líderes de movimientos que en los últimos días han convocado las protestas que han sacudido al país.

La mandataria convocó ayer por la mañana a sus principales ministros a una reunión de emergencia, según la prensa local, y canceló un viaje a Japón fijado para la próxima semana.

“Voy a recibir a los líderes de las manifestaciones pacíficas, de sindicatos y asociaciones populares” pues “precisamos de todas sus contribuciones, reflexiones y experiencias”, declaró Rousseff. Agregó que “las fuerzas de seguridad tienen la obligación de contener todo tipo de vandalismo” que se desate en las movilizaciones.

Rousseff, una ex guerrillera de izquierda que fue encarcelada y torturada durante la dictadura militar de Brasil, ha mostrado apoyo a los manifestantes desde que comenzaron las mayores protestas en décadas. Esa postura ha provocado fuertes críticas.

Multipartidismo, un nuevo peligro

Cuando la presidenta Dilma Rousseff exhortó a su Partido del Trabajo (PT) a apoyar a los manifestantes que hoy sacuden Brasil, jugó con algo más que una medida de simpatía política, lo hizo con una realidad: la mayor parte de las ciudades afectadas están bajo regímenes estatales encabezados por otros partidos.

De hecho uno de los factores más visibles, las “policías militares” acusadas ahora de una represión injustificadamente violenta, dependen de gobiernos estatales y no del Ejército Nacional. Son en realidad policías militarizadas o el equivalente de “Guardias Nacionales” debido a su afiliación como Reservas militares.

Los disturbios en Brasil son nacionales, pero sus problemas son locales aunque las causas sean las mismas…

El sistema de salud es financiado federalmente, pero es descentralizado. La educación superior depende de la Federación, pero también de una red de universidades estatales con considerable prestigio, pero pocos lugares.

Y la queja generalizada es que ni la educación ni los sistemas de salud se encuentran cerca de la calidad que debería tener una potencia, aún incipiente como Brasil.

Pese a sus progresos, el sistema de salud brasileño presenta muchos indicadores por debajo de los de Argentina, Uruguay, Chile o México.

El aparente galimatías se explica con facilidad: Brasil es una república multipartidista, compuesta por 26 estados y un Distrito Federal…

Y pese a la imagen general del poder presidencial y el prestigio de los tres últimos ocupantes de la Presidencia (Henrique Cardozo, Luiz Inázio Lula da Silva y Dilma Rousseff), gran parte del poder está fuera de sus manos y a cambio está en los gobiernos estatales, que tienen la capacidad de recaudar impuestos y tienen a su cargo la seguridad.

Para complicar más las cosas, de los 26 estados brasileños sólo tres (incluso el Distrito Federal donde está la capital, Brasilia) son gobernados por el PT, que hoy encabeza la presidenta Rousseff.

Y de los 27 partidos que componen el abanico político-electoral brasileño, seis pueden alardear de tener gobernadores, del único que representa al Partido del Movimiento Nacional (PMN), que se ostenta como “nacionalista, centrista”, a los 12 del Partido Social-Demócrata Brasileño (PSDB).

Los mayores disturbios han sido en las calles de Río de Janeiro, ciertamente el mayor del país y bajo control del Partido del Trabajo.

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