Serpientes pétreas que ondulan en el piso o que decoran basamentos sagrados dominan el nuevo vestíbulo de la zona arqueológica del Templo Mayor. En este espacio techado de 50 metros de longitud por 24 metros de ancho comenzará próximamente el recorrido por el recinto sagrado de Tenochtitlan, que, además de ensanchar la entrada, ampliará el área visitable, destaca el director del Programa de Arqueología Urbana (PAU), Raúl Barrera. Las cabezas de serpientes del Cuauhxicalco, el templo circular donde se cremaban los restos de los tlatoanis, son más antiguas aún, del tiempo de Moctezuma I (1440- 1469). A esta época corresponden también los restos de una estructura que protegía un árbol sagrado cuyo tronco podrán conocer los visitantes, y otro piso decorado con relieves de serpientes de cascabel, principalmente, aunque se encuentran representaciones de prisioneros y decapitados, así como lanzas humeantes: la guerra. Son vestigios que remiten a la lucha cósmica que envuelve el nacimiento de Huitzilopochtli, dios solar y patrono de los mexicas, explica Barrera. El piso decorado representa el Coaxalpan, una llanura poblada de serpientes al pie de la montaña sagrada (el Templo Mayor). Desde allí Coyolxauhqui, decapitada por su hermano Huitzilopochtli, cae. Cada giro de la caída la desmembra.

“Este impresionante piso es un documento iconográfico: los mitos están materializados en la arquitectura”, destaca el arqueólogo.

Mitología mexica

Según la mitología mexica, Coatlicue, diosa de la tierra y la fertilidad, resultó embarazada por una pluma que entró en su vientre mientras barría; molestos, sus hijos, los 400 guerreros surianos y su hija la diosa Coyolxauhqui –la Luna– decidieron ir a la montaña de Coatepec, donde vivía Coatlicue, para matarla. Para llegar hasta ella recorrieron Tzompantlitlan, Coaxalpan y Apétlac.