Por El Bicho Politicón
Como le he venido contando, la reunión de capos, perdón, de priistas continúa, por ahí se paseaba un Fidel Herrera muy sonriente, también un Ulises Ruiz, con su “amigo” Pepe Murat, no podía faltar el “gober precioso” Mario Marín y muchas ‘joyitas’ más merecedoras de las mazmorras de San Juan de Ulúa que de los hoteles de cinco estrellas con los que se maltratan.
Y ahí estaban, quitando candados para abrirle la puerta a Meade (no el numerólogo de la catástrofe, pero sí el de Hacienda) para que pueda ser su candidato a la presidencia y nos recete más de lo mismo, ya sabe usted: corrupción, impunidad, violencia… más lo que se acumule esta semana.
Pasando a otros asuntos ¿sabe usted qué pasó con “Franklin”?, me encontré con una explicación muy acertada sobre el tema: “’Franklin’, al ver la ola de violencia e inseguridad en el sur del estado de Veracruz, se desplazó silenciosamente para otras latitudes ante el temor de perder su categoría de huracán”.
Ya hablado seriamente, sí el huracán hubiera pegado en Moloacán, ¿supo de algún programa de prevención por parte de protección civil municipal?, le digo pues, estos priistas nos tienen en el olvido, pero qué bueno que el huracán ni gota que nos dejó y que los priistas no tienen posibilidades de ganar la presidencia.
¿Se acuerda cuando pequeño y le decía el profesor que estaba en su “lista negra”?, pues eso les pasó a “Rafa” Márquez y al Julión Álvarez quienes aparecieron en la lista del departamento del Tesoro estadounidense donde los ligan a un narco. Digo, como sí no fueran dos muchachos muy trabajadores y que se han ganado su dinerito con el sudor de su frente.
La que me sorprendió en este caso fue la PGR, ¡qué rapidez para congelar las cuentas de ambos!, pero cuando el caso Obedrecht donde se salpicaba a funcionarios de Pemex en asuntos de corrupción, pues nada, la PGR brilló por su invisibilidad, ellos no oyeron ni vieron nada… cosa de aplicar la ley en los bueyes de mi compadre.
¡Y ya es viernes! ¿otra vez?, no queda más que entrarle al desenfreno de los licores espirituosos, en compañía de buenos y respetados amigos e intercambiar puntos de vista sobre la teoría del fin del mundo (del otro Meade, el numerólogo).
Pues eso.
